Valentía y coraje en el Trading
No tengo nada. Nada más allá de una situación laboral muy precaria, un alquiler y un coche que a duras penas mantengo a pesar de sus 21 años.
Cualquier cosa que quiera hacer me supone un sobre esfuerzo económico, por poco que este sea. Y sin embargo me veo abocado a no quedarme escondido, eso sería mi final, eso me apartaría de la sociedad.
Si por miedo a perder lo poco que tengo decidiese no hacer nada, para no afrontar gastos, estaría firmando mi sentencia social. Acabaría no hablando con nadie para no caer en la tentación de no verme obligado a aquedar a tomar algo.
Acabaría comprando los peores alimentos, los que menos esfuerzo me exigiesen a la hora de cocinar. Un par de golpes en el microondas y ya está. Dejaría de hacer muchas cosas si el miedo se apoderase de mí.
Lo que decidí fue empezar a aprender a operar en Bolsa de forma independiente.
- Pero vamos a ver Luis, ¿no acabas de decir que no eres rico? Para invertir en bolsa hace falta pasta.
No, (o sí, pero con matices) lo que hace falta es valor. Lo que hace falta es saltarse el miedo y, de paso, muchos tópicos.
Yo odiaba todo lo relacionado con la bolsa y a todos esos ‘tiburones’ y ‘ejecutivos’ que parecían fríos e insensibles. Pero realmente los odiaba porque tenía miedo de ese sistema en el que el dinero nos convertía en seres más insensibles, en personajes egoístas pagados de sí mismos.
- ¿Y por qué si pensabas eso accediste a ese mundo?
Pues…, por agotamiento laboral, porque me sentí tocar techo, porque el mercado laboral en este país está pensado de forma que sólo creas que tener un trabajo remunerado por cuenta ajena sea la única solución digna a la otra quizás mucho más mala; ser autónomo.
- ¿Y cómo diste el paso?
Me informé, mucho. Más de lo que nunca lo había hecho en otros campos o situaciones. Me di cuenta de las muchas falsedades que corren por la red, recibí información confusa que me garantizaba un dineral. Por suerte tengo un instinto para captar lo que son estafas. Al menos por ahora. Luego me formé, ligeramente, no en plan universitario, y luego practiqué. Simulé operativas. Muchas. Miles de ellas. Más tarde me abrí mi primera cuenta y ya opero con dinero real.
- Y ahora, ¿estarás ganando un pastón?
Pues no. Pierdo.
- Entonces eres un pardillo. O eso, o eres muy malo.
No, no soy un pardillo. Tampoco creo que sea malo. Básicamente es que esto no es nada fácil. Uno de los muchos profesionales que en este país gana dinero con bolsa ha dicho, y con cierta razón “La bolsa es el sistema más difícil de ganar dinero fácil”. ¡Y caray que es una gran verdad! Puedes conseguir dinero rápidamente, pero es muy difícil.
- ¿Entonces, por qué no ganas?
Por miedo.
- ¿Pero no dices que ya operas en real? Eso es ser muy valiente. Se trata de dinero y a ti no te sobra precisamente.
Es otro miedo. Es el miedo que no conocemos o tenemos presente hasta que lo vivimos en las entrañas. Se trata de un miedo que te frena y en vez de protegerte ante algo, te sabotea sobre protegiéndote de lo que crees que sucederá, pero de lo cual no tienes la certeza absoluta que será así. Me explico,…
- Sí, porque la verdad que no te pillo.
Es muy sencillo. Un día decides hacer un salto desde un puente con un sistema de seguridad de anclajes, elásticos amarrados al mismo; lo que llaman “extending”. La cosa funciona de la siguiente forma, te dejas caer y ese sistema de cuerdas elásticas te hará frenar y rebotar una serie de veces antes de dejarte colgado a unos metros de suelo donde los técnicos te recogerán sano y salvo tras un chute adrenalítico brutal. Salvo error garrafal o tragedia tú sabes que lo más que pasarás es algo de miedo antes de lanzarte. Después todo sucede tan rápido que sólo tienes tiempo de gritar y sentir tu cuerpo hervir de emoción. Tras esa aventura te sientes lleno, calmado, tus sentidos están a flor de piel. Y sin embargo pasaste miedo. Pero era un miedo racional, controlado, lógico. Sabías que de por medio había un sistema de seguridad.
Yo hablo del miedo que te atenaza. El que no te permite reaccionar mientras algo que te hace daño, físico o psicológico, te está matando mentalmente.
Ese miedo aparece cuando operas en Bolsa. Al menos yo lo he sentido.
Es un miedo de una fuerza extrema. Es un miedo que sólo aparece en el peor momento de tu situación. Es un miedo que hace que tu estómago prácticamente colapse y tu sistema digestivo se convierta en algo incontrolable. Seguro que ya le has dado una expresión muy acertada.
Estás ante una operativa positiva y no te has protegido. Era una entrada de poca duración, has dedicado un rato a analizarla y estudiarla y el precio objetivo estaba cerca. Justo unos tics antes de tocarle el precio cambian de sentido y se va fuerte en dirección contraria.
No sólo pierdes lo que habías ganado, sino que lo pierdes rápidamente, y peor aún, el precio parece haberse vuelto loco y recorre la dirección contraria a una velocidad de vértigo.
Te tiraste 20 minutos para estar a punto de llegar a tu objetivo y en tan sólo 15 segundos estás en una situación perdiendo el triple de lo que ganabas y no has protegido la posición.
¿Qué haces?, ¿cortas la operación rápidamente? No, te bloqueas. De antemano no te lo crees, piensas en tu suerte. En la mala suerte claro, nadie suele pensar en la buena suerte cuando la tiene.
En que alguien manipula el mercado para quitarte tu dinero, en que por qué no protegiste la entrada con un Stop Loss. Y mientras piensas, el precio se va. Ya has perdido mucho. Pero sigues ahí. Bloqueado. Frustrado. Hundido.
Ese miedo es el mismo que te hace creer que la situación cambiará, que el precio se dará la vuelta y no sólo recuperará el camino, sino que además te dará beneficios.
Ese miedo será el que esté ganándote la partida de nuevo. Sera el que de verdad sabotee tu intento de no depender económicamente de otros. Será el que te haga mantener una posición perdedora abierta.
En Bolsa ser valiente significa saber cerrar una operativa perdedora, aunque una parte de ti diga que el precio acabará yendo en tu favor.
En Bolsa el miedo es el que te hace no poner un Stop Loss, no cerrar una mala operativa o incluso si pusiste tu Stop Loss protegerte prematuramente ante un movimiento a favor por si se da la vuelta, lo que se llama Break Even.
Tu operativa va bien y tomas tu Stop Loss y lo pones protegiendo tu entrada, entonces lo más probable es que un retroceso del precio te expulse del mercado y luego siga con viento a favor su camino.
- ¿Si sabías eso, porqué te protegiste?
Por miedo. Miedo a perder lo avanzado, lo ganado.
- Pero eso está bien. Aseguraste no perder, es mejor eso que lo que anteriormente comentabas.
Sin duda, pero ese miedo es el mismo que te impide tener operativas muy beneficiosas y te acabes conformando con pellizquitos.
Esos pellizquitos, muchas veces sumados no cubren las pérdidas y finalmente entre las pérdidas y las comisiones no te dan ni para mantener el balance de la cuenta de forma consistente. Protegerte en exceso también es miedo y también terminas perdiendo.
Ser valiente en Bolsa, no tener miedo es cortar ante la pérdida sin ningún atisbo de duda y es dejar la posición avanzando a favor sin necesidad de sentir que más vale pájaro en mano que ciento volando.
Es como ese refrán tan español que reza “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Madre mía, cuantas puertas cierra esa frase y cuantos bloqueos culturales genera.
Lo cierto es que, en la gran mayoría de las veces, más vale lo malo por conocer que lo bueno conocido. Es una actitud. Vencer el miedo es lo que hacen muchos emprendedores.
Es lo que hace la gente que sabe que su zona de confort se quedó obsoleta. Lo hacen los que corren riesgo, sobre todo psicológico más que físico, por crecer, alcanzar nuevas metas que le hagan sentir superar sus propios límites intelectuales.
Superar esos miedos te hace crecer, comprender y emprender situaciones que, a priori son contrarias a tu actitud.
Por eso opero en Bolsa. Pierdo, por culpa de mis miedos, pero los conozco y cada día me enfrento a ellos. Algún día los tendré bien mirados a los ojos y ese día….
- ¿Ese día, qué?
Hay amigo, ese día tendré que seguir afrontando los miedos y practicando la valentía, más todavía.
Luis Fernández
Blog : Tradeando sin razón